29.3.06

Para evitar confusões sobre o liberalismo (2)

EL siglo XXI exige de los liberales una actitud beligerante a favor de la libertad. Porque ser liberal significa admirarse, como decía Tocqueville, por los prodigios que provoca la libertad cuando actúa liberada de ataduras intervencionistas. En este sentido, el liberal es siempre crítico frente al intervencionismo, venga de donde venga. Las coordenadas liberales fueron trazadas con nitidez dentro de una secuencia histórica instalada en un racionalismo crítico, empirista y nominalista que hizo -y hace- de la libertad, entendida en su sentido más amplio, el único instrumento de legitimación moral de cualquier política que se reclame públicamente como liberal.

(...)

Receloso de cualquier fórmula patriarcal y estatista, el liberal ha puesto siempre la proa frente a cualquier ingeniería social llevada a cabo en nombre de la justicia colectiva, humana o divina. Para el liberal, la dignidad del hombre es sagrada. Ya sea a la hora de organizar su vida afectiva, moral, económica o social. No en balde los liberales llegan en el siglo XVIII a la defensa del mercado y su espontaneidad después de haber defendido con igual intensidad la autonomía moral de la sociedad y de la persona frente al patriarcalismo del Antiguo Régimen. Adam Smith nos depara La riqueza de las naciones después de recorrer el camino de La teoría de los sentimientos, siguiendo la estela de Locke, y no al revés. Aquí, precisamente, hay una diferencia notable con los conservadores y sustancial con los socialistas. En honor a la verdad, la diferencia con los primeros no ha sido nunca incompatible -siempre y cuando rebajen su compromiso con la Tradición y no crean que el liberalismo tan sólo es económico-, mientras que con los segundos la aproximación ha sido imposible. El dirigismo planificador y la moralización estatista de éstos ha sido extraordinariamente destructivo para la capacidad autorreguladora de la sociedad civil y el mercado.
(agradeço ao leitor que indicou o link)